Adriano se sincera con demoledora carta: 'Bebo porque no es fácil ser una promesa que no se concretó'

E l Emperador escribió una carta para The Players’ Tribune para esclarecer un poco todo lo que se ha dicho sobre su persona en los últimos años.

Adriano disfruta de su vida en las favelas de Brasil. FOTO: Sam Robles/The Players' Tribune
Adriano disfruta de su vida en las favelas de Brasil. FOTO: Sam Robles/The Players' Tribune
Los Virales

"Bebo cada dos días, sí. (Y los otros días también)", es una de las tantas frases contundentes que lanza Adriano en la carta que escribió para The Players’ Tribune, con el fin de aclarar todo lo que se ha dicho sobre él en los últimos años. El escrito es demoledor porque el ex jugador del Inter de Milán acepta que fue una estrella fallida debido a que no pudo explotar el talento que poseía.

Y es que en los últimos años ha sido señalado por estar inmerso en el alcohol, como se le ha visto en las favelas de Brasil, pero el Emperador no lo esconde ni no niega, por el contrario lo acepta.

El mayor desperdicio del futbol: yo. Me gusta esa palabra, desperdicio. No solo por cómo suena, sino porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Estoy bien así, en un desperdicio frenético. Disfruto de este estigma.
No me drogo, como intentan demostrar. No me gusta el delito, pero, por supuesto, podría haberlo hecho. No me gusta salir de fiesta. Bebo cada dos días, sí. (Y los otros días también). ¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás, pero aquí va una: bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda. Y a mi edad es aún peor", lanza Adriano Leite Ribeiro, quien hoy tiene 42 años.

La muerte de su padre

Adriano reconoció que la muerte de su padre fue un golpe demoledor en su vida y no ha logrado superarla, situación por la que siempre tiene muy presentes los recuerdos con él.

No teníamos conversaciones profundas. El viejo no era de filosofar ni de dar lecciones morales. Su rectitud diaria y el respeto que los demás le tenían fue lo que más me impresionó. La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre. Hasta el día de hoy, es un problema que todavía no he podido resolver. Toda la mierda empezó aquí”.

El apego a la favela 

Adriano recuerda que cuando se fue a Italia en 2001 porque el Inter de Milán compró su carta, vivió momentos complicados por estar lejos de su familia y de su barrio, por lo que tuvo que pasar momentos complicados, ya que no se adaptó al hostigamiento de la prensa europea y simplemente quería reencontrarse con la paz de su favela.

Cuando me fui al Inter, sentí un golpe muy fuerte en el primer invierno. Llegó la Navidad y me quedé solo en mi apartamento. Hace un frío que pela en Milán. Las calles desiertas. Los días son muy cortos. El tiempo es húmedo. No tenía ganas de hacer nada, tío. Todo eso combinado con la nostalgia y me sentía como una mierda. Aún así, Seedorf fue un gran amigo. Él y su esposa prepararon la cena para sus seres más queridos en Nochebuena y me invitaron. Wow, este hermano tiene un gran nivel. Imagínense la recepción navideña en su casa. Una elegancia que tienen que ver. Todo estuvo muy lindo y delicioso, pero la verdad es que yo quería estar en Río de Janeiro. 
Ni siquiera pasé mucho tiempo con ellos. Me disculpé, me despedí rápidamente y volví a mi apartamento. Llamé a casa. “Hola, mamá. Feliz Navidad”, dije. “¡Hijo mío! Te extraño. Feliz Navidad. Todos están aquí, el único que falta eres tú". Estaba destrozado. Cogí una botella de vodka. No exagero, hermano. Bebí toda esa mierda solo. Me llené el culo de vodka. Lloré toda la noche. Me desmayé en el sofá porque bebí mucho y lloré. Pero eso fue todo, ¿verdad, hombre? ¿Qué podía hacer? Estaba en Milán por una razón. Era lo que había soñado toda mi vida. Dios me había dado la oportunidad de convertirme en un jugador de fútbol en Europa. La vida de mi familia ha mejorado mucho gracias a mi Señor y todo lo que Él hizo por mí. Y mi familia también hizo mucho. Ese fue un pequeño precio que tuve que pagar, en comparación con lo que estaba sucediendo y lo que todavía iba a suceder. Lo tenía claro en mi cabeza. Pero eso no me impidió estar triste.