El arte underground: caos, locura y la terapia que no sabías que necesitabas

L a expresión artística más incómoda es también la más necesaria. Te contamos por qué.

La pedalera de Håvard Skaset en acción: el noise de MoE. | Claudia Islas
La pedalera de Håvard Skaset en acción: el noise de MoE. | Claudia Islas
Claudia Islas

En un mundo cada vez más estructurado, el arte underground irrumpe como una fuerza disruptiva que sacude nuestras certezas.  Pero, ¿qué tiene este tipo de expresión que nos atrapa y, a veces, nos incomoda? La respuesta puede estar en su capacidad para romper barreras mentales y hacernos enfrentar el caos, no solo como un fenómeno externo, sino como algo profundamente personal. ¿Qué quiere decir esto?

El caos como forma de conexión

Desde los oscuros callejones del punk hasta las salas clandestinas donde se proyectan películas experimentales, el arte underground es un espejo de lo que evitamos mirar. Según algunos psicólogos, esta atracción hacia lo caótico no es casualidad: nuestro cerebro busca sentido incluso en lo incomprensible. Experimentar arte que va más allá de las normas nos permite procesar emociones reprimidas, liberarnos de lo cotidiano y, paradójicamente, encontrar orden en el desorden.

Este impulso por entender lo incomprensible se refleja en diversas manifestaciones del arte underground, donde emergen como dos de sus expresiones más impactantes:

  • El cine que incomoda, pero resuena

Películas como Irreversible de Gaspar Noé o Eraserhead de David Lynch no son fáciles de digerir, pero su propósito no es el entretenimiento. Nos obligan a confrontar miedos, deseos y preguntas que la sociedad prefiere evitar. ¿Por qué mirarlas? Porque, en el fondo, nos recuerdan que la incomodidad también es crecimiento.

  • La música que desafía las reglas

Lo mismo ocurre, donde el ruido industrial de Throbbing Gristle, las letras viscerales de Diamanda Galás o las experimentaciones sonoras de MoE, pueden parecer demasiado extremas, pero en su crudeza hay un mensaje claro: la belleza no siempre está en la armonía. Este tipo de música, como sucede con los performances de Laurie Anderson o los paisajes sonoros de Brian Eno, nos invita a explorar los límites de lo aceptable, encontrando libertad en sonidos y conceptos que muchos rechazarían.

De hecho, estudios sugieren que exponerse al arte disruptivo puede ayudar a desarrollar tolerancia al estrés, fomentar la creatividad y abrir nuestras mentes a nuevas perspectivas. Al enfrentar lo extraño, aprendemos a aceptar lo incierto, algo crucial en un mundo que cambia constantemente.

Entonces, ¿por qué necesitamos el caos ahora más que nunca?

Pues bien, en una época donde todo parece predecible —desde los algoritmos hasta nuestras rutinas— el arte underground nos devuelve el control. Nos desafía a pensar, a sentir y a cuestionarnos. No es para todos, pero quizá ahí radica su magia: no busca complacer, busca transformar.