Muere Danny Yerna, espíritu del Tutti Frutti y del underground

L a escena alternativa sufrió una pérdida irreparable con el fallecimiento, el 18 de abril, de Danny Yerna, conocido en el mundo del piercing y la cultura alternativa como "Wakantanka".

Danny Yerna, alma de Tutti Frutti, un ícono de la música alternativa en México. |  @danny_wakantanka.x
Danny Yerna, alma de Tutti Frutti, un ícono de la música alternativa en México. | @danny_wakantanka.x
Claudia Islas

El 18 de abril de 2025, el mundo del underground perdió a una de sus figuras más emblemáticas. Danny Yerna, quien tomó las riendas del mítico bar Tutti Frutti —que desde 1985 definió la contracultura mexicana—, falleció a los 61 años, dejando un vacío en la escena que fue y sigue siendo el corazón del movimiento alternativo en la Ciudad de México.

Originario de Bélgica, Danny llegó al país siendo joven y con una sed implacable de música, arte y rebeldía. Poco después de instalarse en la capital, vivió el terremoto, una experiencia que lo marcó profundamente y reforzó su decisión de quedarse. En una ciudad sacudida por el caos y la solidaridad, encontró el terreno perfecto para construir algo que no existía: un espacio donde las reglas del mainstream no tuvieran ningún poder.f dis

Fue así como, en plena efervescencia de influencias punk traídas desde Europa, Danny —junto a Brisa Vásquez, de Los Esquizitos— fundó el bar Tutti Frutti en la colonia Lindavista. Desde sus inicios, el lugar se convirtió en un santuario para quienes buscaban lo diferente. Mientras las televisoras dictaban qué música escuchar, en Tutti sonaban Bauhaus, The Sisters of Mercy, Siouxsie and the Banshees, The  Cure y muchas más. Allí, lo alternativo dejaba de ser clandestino para convertirse en una declaración de principios.

Pero el Tutti Frutti fue mucho más que un espacio musical: también funcionó como semillero de una generación de artistas que redefinirían la cultura mexicana. Pintores, escultores, cineastas, fotógrafos, bailarinas, actrices, actores, diseñadores gráficos, performers, escritores y demás figuras del arte emergente encontraron ahí un punto de convergencia creativa. La comunidad se nutría entre sí, y nombres icónicos del punk mexicano como Ganzo Punk, El Piraña y Aknezz fueron parte activa de esa escena contracultural que crecía desde los márgenes.

Con el paso de los años, Danny se convirtió en mucho más que un gestor cultural. Era un DJ apasionado, un perforador autodidacta, un tatuador entregado y un puente entre generaciones. Su incursión en las perforaciones comenzó de forma casual, haciéndolas detrás de la barra del Tutti. Como ya llamaba la atención por su cuerpo lleno de piercings y tatus, la gente se le acercaba con curiosidad. Danny accedía, pero con una condición: cada quien debía traer su aguja y su arete. Esa práctica improvisada lo llevó a profesionalizarse. Viajó a Los Ángeles, adquirió el equipo adecuado, y en 1994 abrió Wakatanka, su propio estudio al sur de la ciudad, al que acudían clientes de todas partes del mundo.

Con cada concierto organizado, cada disco traído de diversas partes del extranjero y cada encuentro espontáneo, Danny fortalecía un movimiento que no pedía permiso. El Tutti Frutti se volvió un referente para bandas como Santa Sabina, Caifanes, Maldita Vecindad. Atoxxxico y Café Tacvba, entre otros, que en sus inicios encontraron ahí un espacio libre de pretensiones. Junto con Brisa, Danny equilibraba la vida artística con la labor de mantener vivo el bar, siempre buscando ofrecer lo mejor a su público. 

Y es que su espíritu iba más allá de lo musical. Danny también promovía exposiciones de arte, conciertos autogestivos y colaboraciones multidisciplinarias. Era un buen padre, un conector nato, un amigo leal y un visionario generoso. Así lo recuerdan quienes compartieron vida con él: músicos, artistas y colegas que reconocen en su legado no solo a un impulsor del underground, sino a un ser humano cálido y entusiasta, siempre dispuesto a abrir puertas.

La despedida de Danny, ícono de la contracultura mexicana

Como reflejo de su legado, recientemente se había anunciado la proyección del documental Tutti Frutti: el Templo del Underground, dirigido por Laura Ponte y Alex Albert. El filme prometía ser un retrato íntimo y colectivo de todo lo que representó ese lugar en la historia cultural de México. Su estreno estaba programado en el Foro Cultural El Under, pero con la repentina muerte de Danny, la proyección fue cancelada. Lo que sería una celebración, se convirtió en un homenaje que ahora pesa con el dolor de la ausencia.

No obstante, el tributo a Danny Yerna permanece. Porque la esencia del Tutti Frutti que él ayudó a construir va mucho más allá de la nostalgia: es un símbolo de resistencia, de un tiempo donde la música hablaba más fuerte que las reglas del sistema. Este viernes, en la noche de su partida, muchos lo recordaron en el concierto de Gato Calavera, donde la banda Massacre 68 le rendirà un tributo cargado de memoria, distorsión y digna rabia.

Hoy tocaremos en Gato Calavera con Másacre 68, en tributo y respeto a ti, amigo. Trataré de estar con todos, lo más optimista posible, con el gusto de compartir y convivir. Pero hoy, todo lo que haga en ese lugar será pensando en ti. Mientras te están velando, yo tocaré para ti las canciones que alguna vez compartiste con nosotros… y los grandes momentos también", escribió su amigo Aknez en redes sociales. 

Porque Danny no solo construyó un bar. Construyó una escena. Una forma de resistir. Una red de afectos. Y eso, ni la muerte puede borrarlo.

Y sí, hoy, la escena musical mexicana está de luto. Danny Yerna fue mucho más que un nombre: fue el alma de una revolución, un mentor para muchos, y un testigo clave de nuestra historia cultural. Mientras su cuerpo descansa, el espíritu del Tutti Frutti sigue vivo, indestructible, en cada memoria compartida.

Gracias, Danny, por todo lo que dejaste en la música, el arte y nuestros corazones. El underground te llora, pero también te celebra.