Gustavo Cerati cumpliría 66 años: La literatura invisible que dio forma a su genio musical

D etrás de su música, un mundo literario oculto alimentó la creatividad de Cerati, revelando la profundidad de un artista único e inolvidable. Conoce las influencias que dieron forma a su genio musical.

Cerati: El hombre alado que convirtió la música en poesía eterna. Foto: @cerati
Cerati: El hombre alado que convirtió la música en poesía eterna. Foto: @cerati
Claudia Islas

Hoy, Gustavo Cerati cumpliría 66 años. Y aunque su voz se apagó demasiado pronto, su legado sigue siendo un misterio fascinante por descifrar. Más allá de las influencias literarias que todos reconocemos —Poe, Borges, Pizarnik, Lorca, Paz— existe un mundo oculto en su música: un universo literario invisible que pocos han explorado y que revela la complejidad intelectual de un artista que nunca dejó de reinventarse.

Cerati fue un lector voraz, no solo de los grandes clásicos, sino también de autores menos evidentes: poetas experimentales, filósofos contemporáneos y escritores underground que alimentaron su imaginario y expandieron su lenguaje musical. En sus discos se esconden guiños sutiles a estas voces ocultas, que influyeron en la forma en que abordaba la poesía de sus letras, la estructura de sus canciones y la atmósfera sonora que construía.

El uso de metáforas fragmentadas, la exploración del tiempo como un ciclo infinito y la superposición de realidades paralelas en su obra —técnicas propias de corrientes literarias vanguardistas y posmodernas— no son casualidad. Cerati componía como un escritor que entiende que la música es una forma elevada de literatura: un arte capaz de revelar lo invisible y lo intangible.

Por eso, sus canciones no son meras composiciones: son textos que se leen y se sienten, construidos con la precisión de un poeta y la sensibilidad de un músico que comprendía que la palabra y el sonido son dos caras de un mismo arte. “Corazón delator” reinterpreta el relato de Poe en un canto de pasión y culpa; “Cuando pase el temblor” trasciende su condición de himno para convertirse en la versión sonora del cuento borgeano Las ruinas circulares, explorando la creación y la espera con una angustia existencial profunda. Alejandra Pizarnik impregna de melancolía y desasosiego Ahora es nunca, mientras Lorca y Paz atraviesan varias de sus letras con símbolos cargados de sentido y misticismo.

Pero más allá de estas influencias ampliamente reconocidas, la riqueza literaria en Cerati se extiende hacia territorios menos transitados, como su diálogo íntimo con la obra de Julio Cortázar. Cerati encontró en él un espejo para conjugar la magia, el juego y la ruptura de la realidad, valores que impregnaron sus composiciones con un aire de misterio y experimentación. En álbumes como Bocanada y Colores Santos, la “literatura sonora” que practicaba se convierte en narrativa pulsante: lo cotidiano se fragmenta para abrir paso a universos paralelos y enigmas fascinantes.

En esta conmemoración por sus 66 años, vale la pena revisitar Río Babel, una pieza en la que fusiona versos de Octavio Paz con una atmósfera que podría ilustrar un cuento cortazariano: una mezcla sutil de misterio, belleza y mundos que se entrelazan. Esa es la esencia del hombre alado: hacer de la música una forma superior de literatura sonora.

Celebrar a Gustavo Cerati es honrar a un artista que fue mucho más que un músico: un alquimista de la palabra y el sonido, creador de universos invisibles que siguen expandiéndose con cada escucha, con cada lectura, con cada nuevo hallazgo en su obra eterna.