Día Mundial del Gótico: Sombras que encendieron la escena underground en México

U n recorrido por los espacios, los sonidos y las almas que han forjado la esencia de la cultura gótica en la capital. En el marco del World Goth Day, este 22 de mayo.

Celebrando la música y la cultura oscura que inspiran a generaciones.
Celebrando la música y la cultura oscura que inspiran a generaciones.
Claudia Islas

La escena gótica en México no es un cadáver exhumado de los ochenta ni una reliquia marchita de la subcultura mundial originada en el Reino Unido. Es un latido constante, un refugio de almas nocturnas que han convertido el dolor en arte, la marginalidad en identidad y la música en resistencia. Más allá de la estética oscura y las referencias literarias de siglos pasados, el gótico en nuestro país es una batalla diaria contra el olvido y la homogenización. Es un grito bajo luces estroboscópicas, un ritual en la pista de baile donde convergen la melancolía y la furia. ¿Cómo ha sobrevivido y mutado esta escena en un país que, paradójicamente, la alimenta con su historia trágica y su espíritu de rebeldía?

Un legado de sombras: entre la insurgencia y la reinvención

Para entender la escena gótica en México, primero hay que despojarse de los prejuicios. No es una moda pasajera ni un capricho adolescente. Es una subcultura con raíces profundas, que encontró en la Ciudad de México y otras urbes del país un terreno fértil para florecer entre la oscuridad.

Corría el año de 1982 cuando Ernesto Fuzz, figura clave en la historia del underground mexicano y miembro de Los Mustang 66, emprendió un viaje que cambiaría el rumbo de la escena alternativa en el país. Su destino: Nueva York, epicentro del ruido y la experimentación sonora. Allí, entre luces neón y callejones cubiertos de pósters desgastados, se hizo de una colección de vinilos que aún no tenían cabida en el panorama musical mexicano. De regreso, cargaba no solo discos, sino un sonido inédito y una visión que resonaría en las sombras de la contracultura.

Recuerda Fernando Salas, mejor conocido como DJ Lord Fer, que la detonación llegó en una noche de Día de Muertos. En las tornamesas giraban nombres que en ese entonces parecían susurros de un futuro subterráneo: Bauhaus, Siouxsie and the Banshees, The Sisters of Mercy, Clan of Xymox, Ministry. Las letras, impregnadas de un halo espectral, envolvían a los asistentes en un trance hipnótico, mientras el eco de bajos oscuros y sintetizadores etéreos anunciaban la llegada de algo mucho más que una simple fiesta.

Aquella reunión, apenas atestiguada por unos cuantos, se convertiría en el punto de ignición de una subcultura que con el tiempo se arraigaría en las entrañas de la escena musical mexicana: el gótico.

Sin saberlo, Ernesto había abierto un portal a un universo donde la estética lúgubre, la poesía decadente y los sonidos densos encontrarían su hogar. Desde ese instante, el underground capitalino comenzó a teñirse de negro, y la Ciudad de México se convirtió en un semillero de proyectos que, décadas después, seguirían resonando en la penumbra.

De este modo, cuando los primeros ecos de The Cure comenzaron a filtrarse en los rincones más oscuros de la capital, el movimiento gótico en México no solo adoptó la imagen y la música, sino que la reinterpretó con un sello propio.

Por otra parte, es importante destacar que, mucho antes de este momento, el país ya venía gestando sonidos underground a través de bandas como SIZE, Dangerous Rhythm, Casino Shanghai, Syntoma, Chac Mool, Decibel, The Casuals, Oxomaxoma, Década 2, El Escuadrón del Ritmo y Las Pijamas a Go-Go, María Bonita y Ford Proco quienes desde distintos frentes —ya fuera el punk, el synth pop, el rock progresivo o la experimentación electrónica— comenzaban a construir una contracultura sonora al margen de la industria. Estas y otras propuestas, que en su momento no fueron del todo valoradas, estaban sentando las bases de una escena alternativa, vibrante, audaz y profundamente experimental. Fue así como inició una era en la que el punk, el post-punk y lo oscuro se fundieron para dar forma a una identidad única dentro del subsuelo sonoro mexicano.

Los primeros refugios: bares pioneros del underground en México

Así, en la década de los noventa, la escena underground se consolidó en espacios como la UTA (Unión de Trabajadores Autogestivos), un foro levantado por y para artistas que operaban al margen de la industria. Lo gótico, la evolución oscura del punk y lo industrial convivían ahí en un ambiente cargado de neón, humo de cigarro y espíritu de firmeza.

Pero mucho antes de eso, durante los años 80 y principios de los 90, ya existían bares pioneros que albergaban a las primeras almas oscuras de la ciudad. Lugares como el Tutifruti, Rockotitlán, LUCC, Bar 9 o el Bar Denegrido fueron el semillero de punks, darketos, artistas plásticos y músicos experimentales que buscaban romper con la norma. Esos espacios no solo ofrecían música en vivo, sino también un lugar donde era posible desafiar las convenciones sociales y aspectos de la época.

Con el tiempo, también las tiendas de ropa y los espacios culturales comenzaron a jugar un papel clave en la preservación de la estética y la esencia del movimiento. Old Skull, una tienda de culto en la ciudad, se convirtió en un punto de encuentro para quienes buscaban vestirse como sentían: en tonos oscuros, con identidad y sin pactos. No era solo un comercio, sino un refugio donde el espíritu DIY —hazlo tú mismo— se respiraba en cada prenda, parche o accesorio, recordando que la autogestión también es una forma de subversión.

Hoy, la escena persiste, muta y se adapta. Lugares como el Centro Cultural El Under, Dada X Club, La Mezcalli, Bizarro Café, Foro Bizarro, Gato Calavera, El Centro de Salud, Scary Witches, El Black, Dark Bar, El Diablo Rojo, Bar Donceles, entre otros, siguen abriendo sus puertas cada noche para dar vida a la cultura disidente capitalina. Son más que bares: son trincheras culturales donde lo alternativo, lo disidente y lo oscuro siguen teniendo voz.

¿Qué significa ser gótico en México hoy?

Vestir de negro en un país donde el sol castiga, mantener una estética inspirada en la muerte en un territorio donde la violencia es cotidiana, y encontrar belleza en lo melancólico en una sociedad que impone la felicidad como norma: ser gótico en México es un acto de determinación. Más allá de la moda, la música o las pistas de baile, es una identidad que se aferra a la individualidad y a la expresión sin concesiones.

En el marco del Día Mundial del Gótico, que se celebra cada 22 de mayo a nivel global, la escena mexicana reafirma su presencia con eventos, conciertos y encuentros que honran esta subcultura. 

Y si de mantener viva la oscuridad se trata, varias bandas han jugado un papel clave a lo largo de los años. Desde finales de los años ochenta y principios de los noventa, grupos como Santa Sabina, El Clan y Ansia comenzaron a consolidar un sonido sombrío con tintes poéticos y teatrales, marcando el inicio de una escena nacional gótica más definida. Más adelante, proyectos como Valeria y La Voz de tus Ausentes, Decena Trágica, Las Gorgonas, Red Ulalume y La Bande-son Imaginaire continuaron alimentando esta estética oscura, fusionando elementos del post-punk, darkwave y death rock con una identidad local.

En una línea más agresiva y electrónica, Hocico, Amduscia y Rabia Sorda llevaron la oscuridad mexicana a circuitos internacionales, solo por mencionar algunos,  representando la faceta más industrial y aggrotech de la subcultura.

Cada una, desde su propia trinchera y sonoridad, ha contribuido a un imaginario sonoro que oscila entre la melancolía, el ritual y la crudeza emocional, reafirmando que la oscuridad sigue teniendo un eco poderoso en la escena musical del país.

Y aunque muchos creen que esta escena quedó en el pasado, lo cierto es que sigue tan viva como siempre. El gótico mexicano no ha muerto. Mientras existan corazones que laten en la penumbra, seguirá bailando, escribiendo, reinventándose y resistiendo.